Ingeniero de profesión, enamorado de mi mujer, amante de las sirenas y poeta por afición.
10 de noviembre de 2015
Recorriendo el cerro
Universitario, primer fin de semana que me quedaba en el puerto.
Salí aquella tarde de sábado sin rumbo fijo, el cerro era desconocido, subí por laberintos de calles estrechas que me asustaban.
Finalmente llegué a la cima y disfruté del atardecer sobre el mar que se perdía a lo lejos.
Descendí sin brújula, llegaba a callejones sin salida, la oscuridad empezaba a cubrir mi sendero.
Personajes misteriosos se cruzaban en mi camino y escaleras sin fin me invitaban a descubrirlas.
Seguí mi instinto y mágicamente al doblar la esquina había llegado al plan, la plaza Echaurren apareció ante mis ojos.
ホセ
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Perderse entre esas calles, ese encanto y color. Buscando un destino, con todos los sentidos abiertos a la atención, disfrutando asimilando ca da metro recorrido. Precioso relato amigo José
ResponderEliminarValparaíso, según mi opinión, se quiere o se odia, pero nunca te deja indiferente. A mi me encanta y lo disfruto cada vez que puedo volver a sus cerros
Eliminarese es el mejor turismo .. ir sin rumbo , disfrutar de las vistas y encontrarse con lo inesperado
ResponderEliminarabrazos¡¡
pd/ preciosas fotos ¡
Salir sin rumbo, sin mapa, sin brújula y dejares sorprender por los acontecimientos del camino es realmente una delicia.
EliminarUn gran abrazo.
p,s.: las fotos no son mías
Dejarse sorprender... una bonita forma de "conocer" y "vivir" los encuentros inesperados q ofrece el lugar.
ResponderEliminarSepas q he hecho el viaje con tus letras y callejeado con las fotos. Gracias.
Te sonrío con el Alma.
Gracias por acompañarme en este viaje. :)
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