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6 de enero de 2015

Recorriendo el cerro

Universitario, primer fin de semana que me quedaba en el puerto. Salí aquella tarde de sábado sin rumbo fijo, el cerro era desconocido, subí por laberintos de calles estrechas que me asustaban; finalmente llegué a la cima y disfruté del atardecer sobre el mar que se perdía a lo lejos. 

Descendí sin brújula, llegaba a callejones sin salida, la oscuridad empezaba a cubrir mi sendero. Personajes misteriosos se cruzaban en mi camino y escaleras sin fin me invitaban a descubrirlas. 


Seguí mi instinto y mágicamente al doblar la esquina había llegado al plan, la plaza Echaurren apareció ante mis ojos.

ホセ

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